domingo, 19 de junio de 2011

LAS CINCO VILLAS, por José Manuel Mójica Legarre

EL SECRETO MÁS GUARDADO DE ARAGÓN.


En comparación con las idílicas imágenes que se suelen ver en las revistas de turismo, la descarnada tierra de las Cinco Villas aparece ante nosotros con la seca violencia de lo real, sin afeite alguno, con la misma sinceridad de la que hacen gala sus gentes: Los cincovilleses,  esos individuos, poco amigos de formar clanes, acostumbrados a pelear de igual a igual con una tierra que a veces se muestra reacia a entregar sus frutos a quienes con tanta devoción y empeño la han trabajado, teniendo como único reloj al implacable sol y como dueña de todo a la lluvia que siempre se hace de rogar más de lo que es deseable. Esta tierra, castigada tanto por los asfixiantes calores veraniegos como por las heladas inclementes, siente pasar sobre su reseca corteza el filo hiriente del cierzo y su piel se estremece mientras espera la llegada de la tenaza ardiente del bochorno; al igual que esta comarca acostumbrada a los extremos, sus gentes, ni saben amar con mesura, ni han aprendido a callar lo que sienten.

Fuente la Bañera-Ejea de los Caballeros
En las Cinco Villas, tierra preñada de una sed ancestral apenas mitigada por el canal de las Bardenas, caben todos los excesos que se pueda imaginar, desde el raquítico matojo que parece romper las arcillosas tierras de la Bardena Negra para sacar sus desnutridas hojas al sol, hasta la desmesura del colosal pino de Sora que podría proteger con su sombra a un centenar de personas; desde las resecas venas minerales que recorren la agrietada piel de las sierras, hasta el sobresalto plateado que produce en los ojos el pozo de Pigalo en Luesia; desde los campos del Saso de Ejea, ordenados como en un tablero de ajedrez cuyos escaques aparecen rojos de tomates o verdes de arroz, hasta la anárquica sinfonía verde de pinos que parece querer arrojarse al pantano de Yesa para calmar su sed de siglos.
Cuando se ven carteles invitando a la gente a que visite una zona en especial, los artistas de la publicidad, se empeñan en buscar imágenes impactantes que los convenzan de que deben viajar al destino publicitado. Los carteles turísticos de las cinco Villas no necesitan del Photoshop; son como un grito en la pared que hace volver las cabezas para mirarlos, representan la perfección de lo austero, lo acogedor de lo sencillo y la sombra fresca de enrevesadas callejas medievales, al final del camino en un día caluroso, en intrincadas juderías de piedra labrada por las manos de hábiles canteros que aprendieron su oficio, hace muchos siglo, de los maestros constructores llegados de Francia.
Las Bardenas

Si están buscando un lugar en el que pasar unos días de asueto, pueden encaminarse a la playa de moda o a lugares que la gente adjetiva de maravillosos; pero si lo que pretenden es descansar, relajarse al tiempo que llenan sus ojos de naturaleza en estado puro, sin intervención de la mano del hombre, les recomiendo las Cinco Villas, esa tierra que guarda en sus gentes y edificios la herencia sobria de los guerreros templarios y hospitalarios que defendieron la frontera del acoso musulmán, y aún conserva en su paisaje la huella salvaje de la tierra que vieron sus primeros pobladores. Las Cinco Villas esa comarca en la que, si hacemos caso a las leyendas, todavía pueden oírse las canciones de las lamias en las noches de luna llena.
La comarca de las Cinco Villas es, sin duda, el secreto mejor guardado de Aragón. 
Sierra de Santo Domingo